TRIBUS GERMÁNICAS AMENAZANDO A ROMA

Serie «De Mario a Octavio: 80 años decisivos, 006»



Guerreros cimbrios


Desde el inicio de la 2ª Guerra Púnica (218 - 201 a. C.) que supuso la llegada y dominio de la península ibérica, Hispania, los romanos estaban necesitados de controlar la vía terrestre entre Hispania e Italia.

Una vía terrestre costera de más de 500 km, en donde la única ciudad importante era la colonia griega de Massalia (Marsella) que varias veces pidió ayuda a Roma por los frecuentes asaltos de los ligures, una de las tribus autóctonas, que también hostigaban continuamente las columnas de suministro romanas, incluso emboscando y matando a dos gobernadores, en ruta hacia Hispania en 189 y 173 a. C.

Por todo ello, en 123 a. C., bajo el consulado de Cayo Sextio Calvino, Roma decidió instalar una guarnición permanente, Aquae Sextiae, la actual Aix-en-Provence, cerca de Massalia.

Galias Narbonense y Cisalpina


Con ello Roma inició la anexión de toda la costa entre Italia e Hispania, con una amplia franja hacia el interior, constituyendo la zona próxima al mar de la Galia Cisalpina y la Galia Narbonense.

En 113 a. C. el escenario de tener que hacer solo frente a tribus locales cambió radicalmente. Un conjunto de pueblos germánicos invadieron la Galia, amenazando el escaso poder de Roma en la zona, pero necesario para mantener abierta la vía de comunicación con Hispania.

Estos pueblos del norte de Europa eran los cimbrios, los teutones y los ambrones, que migraron desde la zona de la península de Jutlandia (actual Dinamarca) en busca de un clima más benigno y una tierras más productivas.

En su periplo, tras haber pasado por Centroeuropa y haber sido rechazados por tribus hispanas, por querer establecerse allí, se encontraban en el sur de la Galia, constituyendo un claro peligro para Roma.

Migración de cimbrios y teutones con batallas significativas


Roma no le quitaba atención al movimiento migratorio que llevaban realizando desde el 115 a. C. enviando a diversos ejércitos consulares contra ellos, con escaso poder de control, pues hasta la victoria de Cayo Mario en la batalla de Aquae Sextiae (102 a. C.) las tribus germanas fueron golpeando a Roma con una serie de derrotas sucesivas.

En 112 a. C. derrotaron al cónsul Cneo Papirio Carbón en la batalla de Noreya, en la zona oriental de los Alpes.

En 109 a. C. derrotaron al cónsul Marco Junio Silano en una batalla de ubicación indeterminada, probablemente en la Galia Narbonense.

En 107 a. C. fue derrotado el cónsul Lucio Casio Longino en la batalla de Burdigala.

En 105 a. C. derrotaron al procónsul Quinto Servilio Cepión en la batalla de Arausio, infringiendo a Roma la mayor derrota y desastre humano desde la batalla de Cannas (216 a. C.) con la victoria de Aníbal Barca.

El denominador común de todas estas derrotas romanas, frente a los germanos, es el afán de protagonismo en algunos casos pero, sobre todo, la ineptitud de sus mando militares. Ser cónsul o procónsul, dirigiendo un ejército consular (mínimo de dos legiones, tropas auxiliares y una «turma de caballería»), no era garantía de competencia militar.

Legión romana en formación


...///...


Comentarios

Entradas populares de este blog

FRANCIA 2014: Recorriendo Normandía y Bretaña

GUÍAS DE EVIDENCIAS Y CUESTIONARIOS DE AUTOEVALUACIÓN: Instrumentos para el reconocimiento de competencia profesional

MARCAPASOS, ¿ESTÁS AHÍ?