MONASTERIO DE POBLET.

Estando en Tarragona es visita obligada, por su cercanía, el monasterio de Poblet. Monumento declarado Patrimonio de la Humanidad y, en su época, panteón real de la Corona de Aragón.
Es curioso ver una joya arquitectónica e histórica como ésta más de 30 años después. Aparte de las notables mejoras que pude apreciar en su mantenimiento me hizo reflexionar sobre que los mismos ojos, los mios, no vieron el monumento igual en las dos ocasiones.
Visto con veinte y pocos años no era todavía consciente del valor de lo que contemplaba. Supongo que mi idea de entonces era ver "una iglesia y muchas piedras".
Afortunadamente el gusto me ha ido cambiando con el tiempo y ahora, en mi madurez, me da rabia pensar muchas cosas que vi en viajes de juventud y que no capté como hubiera debido. Me consuelo pensando que, al menos, no iba por ahí, por un claustro románico o una biblioteca tipo la de El Escorial, por ejemplo, dándole con el dedo a la "pleiesteision", como he tenido ocasión de observar, en varias ocasiones, a "pelaos" actuales. Delito el suyo pero lo de los padres no tiene nombre.
También me hizo pensar el oír al guía que las tumbas reales habían sido saqueadas por tropas de la 1ª Guerra Carlista, en 1833, con posteriores expolios producto del abandono del monasterio por las desamortizaciones. Siempre había creído que esta destrucción había sido cosa de tropas francesas en la Guerra de la Independencia. Pobrecitos gabachos; en esto, al menos, no tuvieron la culpa. Supongo que la idea ha anidado todos estos años en mi cabeza producto de algún estereotipo, dado que en otros sitios si que destruyeron o robaron lo que se les puso por delante.

Comentarios

PEPE MARIN ha dicho que…
Estupenda entrada en tu blog, amigo Luis. Y magnífica reflexión la que haces a propósito de las distintas maneras de mirar.

Efectivamente la mayor parte de las veces miramos sin ver, y no porque los ojos no estén entrenados (ellos cumplen bien con su función), sino porque el cerebro no está entrenado para procesar adecuadamente la información. En muchos casos, la sensibilidad emocional suele ser un buen estimulante de la masa gris.

Y sí, la restauración del monasterio es un claro ejemplo de la voluntad de hacer las cosas bien. Ahí tuvo mucho que ver la elección del catedrático Joan Basegoda Nonell y su concepción de la restauración arquitectónica. la sensibilidad de Basegoda, junto con su saber hacer, ha permitido que podamos contemplar el monasterio casi mejor que en su fábrica original.

Un abrazo.

Pepe Marín.
PEPE MARIN ha dicho que…
Por cierto, que me perdone el arquitecto por quitarle una "s" de su apellido....

Leáse pues Bassegoda, no quisiera restaurar su apellido como Chueca Goitia los edificios.

Saludos.

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