EXCESOS FÚNEBRES. Muerte de un futbolista

Nada más lejos de mi intención que menoscabar la imagen de Antonio Puerta, futbolista del Sevilla CF, de 22 años, muerto por un trágico episodio cardíaco casi, casi en el campo de juego. Seguro que en su corta, pero intensa, vida profesional ha sido un modelo de deportividad, compañerismo y superación. Descanse en paz.

Mi comentario va por los excesos de duelo que, a mi juicio, se han producido por su fallecimiento, triste si, como todos, pero creo que no más que otros que se producen todos los días y no producen, o yo no veo que produzcan, esas manifestaciones de dolor, desgarro interno masivo, abrazos llorosos entre rivales irreconciliables, etc.

¿Tan necesitada está esta sociedad, o una parte al parecer muy significativa de ella, de héroes, mitos, situaciones de emoción, qué necesita magnificar un hecho doloroso como este, hasta sacarlo casi de contexto.

¿Tanto necesitan los medios de comunicación (y no sólo la “basura del corazón”) hacer caja, que prolongan el espacio escrito y los minutos televisivos, como si estuvieran ante la noticia del año?

Coincidiendo con este fallecimiento se han producido los de uno de los más reconocidos escritores españoles de la actualidad (Francisco Umbral) y el de una gran dama de la escena española (Emma Penella). Dos profesionales, al igual que el futbolista, pero, a diferencia de él, con unas muy dilatadas carreras laborales, de mayores exigencias que saber dar patadas a un balón, dignas de un aprecio significativo de la sociedad. Pues bien, sus entierros, y reseñas periodísticas subsiguientes, casi pasan desapercibidos en la avalancha de información que ha producido el deportista.

Con toda seguridad, más o menos a las mismas horas de la agonía y muerte del futbolista, algún otro muchacho/a, de 22 años, trabajador y también con la vida por delante, murió en alguna de las muchas zonas conflictivas del mundo, herido de muerte por alguna bomba mina o bala asesina (mejor dicho los asesinos son el empresario que la fabrica y el dirigente político que la compra) utilizada, como siempre nos quieren hacer ver, por altas, dignas y justificadas motivaciones políticas, religiosas, nacionalistas, etc. Este ya ni su nombre se recoge en la prensa escrita. No produce emociones, no vende.

En este acontecimiento ha habido cosas que, según mi opinión, resultan casi ridículas por su falsa apariencia patética.

Los presidentes de los clubs rivales en Sevilla que, durante años y haciendo gala de una educación esmerada y una clase de lo más elegante (típica de muchos directivos futboleros que dirigen sus clubs como nunca dirigirían sus propias empresas y si trabajaran en otras, por cuenta ajena, no durarían ni el periodo de prueba), han estado lanzándose diatribas por cualquier cuestión y azuzando a sus forofos más descerebrados en los “derbys”, ahora, ¡albricias, la ocasión lo provoca!, se funden en lacrimógeno abrazo, como si de el de Vergara se tratara, para mayor gloria de la historia futbolística local, proporcionando carnaza para papanatas de sus respectivas aficiones y consumidores de “salsas rosas”.

¡Y qué decir de los futbolistas!¡Pobrecitos ellos!¡Tan sufridos!¡Tan sacrificados! Deben de ser tan débiles anímicamente, por lo poco acostumbrados que están a las penurias y sinsabores de la vida, que se van a cumplir un compromiso profesional a Atenas y vuelven, suspendiendo el partido, cuando podrían haber jugado llegando a tiempo al entierro. Creo que el mejor homenaje que le podrían haber hecho sus compañeros a Antonio Puerta era haber disputado el encuentro, a tope, ganándolo, para que él viera el regalo que sus colegas le hacían estando de cuerpo presente. Charlie Rivel, dicen que el mejor payaso que en el mundo ha sido, estaba una tarde velando a su madre, que acababa de morir, y a la hora que tocaba se levantó, fue al circo, se maquilló, se vistió y, con sus carantoñas y payasadas, hizo la mejor función de su vida. Eso es profesionalidad. Por lo visto estos muchachos del balompié (directivos y jugadores) no son de la misma pasta.

Ya termino. Iba también a opinar sobre las aficiones, pero mejor lo dejo. Todo el mundo tiene derecho a “empapanatarse” con lo que quiera y tampoco creo que tengan toda la culpa. Habría que dirigirse a “los de arriba”, al verdadero poder que gobierna al mundo y a los medios de comunicación que les ayudan. Hoy día, tanto unos como otros, tienen muy aprendida esa lección de la vieja Roma del “panem et circenses”, para tener adormecido al pueblo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

MARCAPASOS, ¿ESTÁS AHÍ?

FRANCIA 2014: Recorriendo Normandía y Bretaña

LOS CERTIFICADOS DE PROFESIONALIDAD: Repaso legislativo al concepto.