ÁFRICA AUSTRAL 2016: Poblado bosquimano en Namibia





Pese a que Namibia sea un país desértico en más del 90% de su extención, no por ello deja de contar con innumerables contrastes paisajísticos, de fauna, de clima y, por supuesto de tipo étnico.


En esta crónica comparto la experiencia de convivir durante unas horas con los habitantes de un poblado bosquimano en la reserva de Nyae Nyae, al noreste de Namibia, muy cerca de la frontera con Bostwana y el sur de Angola.
El pueblo bosquimano, el pueblo San, es uno de los más antiguos del planeta y, en los últimos siglos, también uno de los pueblos más agredidos, masacrados de África, primero por las migraciones bantúes y, desde mediados del XIX, por los colonizadores europeos.

De siempre ha sido un pueblo cazador recolector nómada, que viajaba en pequeños grupos familiares sin jerarquía y sin fronteras, respetando el ritmo de la naturaleza y dejando como única muestra de su paso pinturas y grabados rupestres repartidos por toda África Austral.

Hoy día ya no es así, estando confinados los diferentes grupos que sobreviven en determinadas reservas, sobre todo por Namibia y Bostwana, con el agravante de que una agresiva política étnica contra ellos de este último país les impide cazar y les cierra los pozos, con la pretensión de que abandones su territorio.

Nada que no conozcan desde hace siglos pues a principios del siglo XX fue el ejército colonial alemán el que empujó literalmente, a base de sangre y fuego, a miles de bosquimanos (hombres, mujeres y niños), junto con las etnias herero y nama,  hacia el interior del desierto de Kalahari, muriendo de sed y hambre. Lothar von Trothar se llamaba el genocida alemán, con rango de general, que provocó el primer genocidio del siglo XX.

Lo que pudimos ver en el poblado bosquimano fue un ambiente mísero, en un territorio tremendamente duro para vivir con unos habitantes que se debaten entre mantener su modo de vida gracias a las visitas turísticas y poco a poco ir abandonando sus tierras y su cultura ante la falta de futuro. Si que hay que decir que el gobierno namibio con la reserva de Nyae Nyae les respeta su modo de vida y tradiciones, protegiendo a la etnia.

Fue muy interesante el observar el desempeño de tres hombres (anciano, maduro y jóven) con sus escasos atuendos explicándonos diversas técnicas de su quehacer habitual: Hacer fuego frotando unos palos adecuados, preparar un cordaje con fibra vegetal para hacer una trampa de cazar roedores, el detectar en medio de aquel secarral una planta cuya raíz bulbosa proporciona, masticando la pulpa, agua suficiente para subsistir (estaba horrible de sabor por cierto), el uso de unos pequeños pero potentes arcos que usan para cazar, etc.

Luego en el poblado el resto de sus habitantes, especialmente mujeres, niños y hombres jóvenes ya muy aculturizados, en plan occidental. No creo que se les pueda reprochar mucho por la presión que tienen ante la visión de los turistas y las escasas perspectivas de futuro con gobiernos no muy amables con ellos.





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