FORMACIÓN FLEXIBLE, CONTEXTOS ADAPTABLES

Transcribo a continuación un interesante artículo de José Marín, Responsable de Formación de AIDO, Instituto Tecnológico de Óptica, Color e Imagen, ubicado en el Parque Tecnológico de Valencia, publicado en julio pasado en la revista FOCUS, del citado Instituto.
Es José Marín persona de reconocida solvencia técnica en el ámbito de la formación, especialmente desde la perspectiva empresarial, con el que he tenido el placer de compartir más de una andanza metodológica, congresual, de proyecto, etc.
En el artículo a continuación editado aporta unas interesantes reflexiones sobre el entorno en que debería moverse la formación del futuro, dadas las cambiantes necesidades que nos plantea la sociedad que nos ha tocado vivir. Apuesta por una mayor flexibilidad en estructuras, entidades, programas, normativas, contenidos, etc.
Aquellos que nos movemos en un plano más institucional, de administración pública gestora/controladora del sistema de FP no podemos dejar pasar por alto las reflexiones que aquí se indican, aportando, en la medida de lo posible, nuestro granito de arena en aras a aligerar / agilizar (leáse flexibilizar) la pesada "maquinaria administrativa-subvencionadora"con la que trabajamos.
Cosas se van haciendo, afortunadamente. Un ejemplo muy reciente sería, en lo que respecta a flexibilización de contenidos, el concepto de unidad formativa que se incorpora en los nuevos certificados de profesionalidad que se están diseñando, adaptados ya a las cualificaciones profesionales establecidas. Se trata de subdividir los módulos formativos de más de 90 horas en "paquetes" más pequeños, más "impartibles", manejables, flexibles en suma, de una duración mínima de 30 horas.
A nadie se le escapa las posibilidades que tiene el tema en la nueva FP para el Empleo, especialmente en los planes de formación dirigidos prioritariamente a los trabajadores ocupados que podrán cursar e ir acumulando unidades formativas que constituyan un módulo de un certificado de profesionalidad, acreditación parcial reconocida de las cualificaciones profesionales.
Termino ya que no era mi intención extenderme tanto. Paso a continuación al artículo aludido, bastante más interesante que mi preámbulo:
Formación flexible, contextos adaptables.
José Marín Medina
Responsable de Formación de AIDO
(Artículo publicado en la Revista Focus nº 24, Julio de 2007)
"El cambio es la única cosa inmutable". Arthur Schopenhauer (1788-1860).
La formación, entendida como un permanente proceso de actualización de los conocimientos y habilidades necesarias para el ejercicio profesional, supone una necesidad inherente al modelo dinámico y cambiante de sociedad en el que nos encontramos inmersos.
En el ámbito empresarial el factor humano y la mejora de su cualificación y sus competencias se erige como un factor de primer orden, por lo que los procesos de formación tienen que dar respuesta a los nuevos retos de actualización constante y reformulación del conocimiento que plantea la sociedad, convirtiéndose por tanto en imprescindible para aquellas empresas que pretendan se competitivas.
En el contexto profesional actual se pueden identificar con tres realidades diferentes que influyen en la capacidad de hacer efectiva la formación:
a) Por un lado, grandes empresas, con larga experiencia en formación que además disponen de sus propios servicios e infraestructura de formación, con recursos personales y materiales.
b) Por otro, pequeñas y medianas empresas, para las cuales la formación “en y para” la empresa apenas puede llevarse a cabo y donde las actividades formativas se reducen a cursos esporádicos.
c) Finalmente encontramos a los destinatarios últimos de la formación, los individuos, que presentan sus requerimientos específicos de formación y que no necesariamente se vinculan siempre con el puesto de trabajo que ocupan.
Por otra parte, en el ámbito de la oferta formativa, se puede identificar una fuerte tendencia a la articulación de procesos muy tradicionales de enseñanza y aprendizaje, sea presencial o a distancia, aunque, y esto es lo importante, se aprecia una clara tendencia hacia modalidades de aprendizaje abierto, donde se produce una oferta educativa flexible.
El concepto de formación flexible se ha convertido en unas de esas ideas que sucesivamente van poniéndose de moda en el panorama de la formación. Quizá su generalización sea debida a la adopción del término por las instancias educativas comunitarias, aunque sea como fuere, y aun cuando no se tenga muy claro de que se trata, lo que si parece generalmente aceptado es que la formación debe flexibilizarse para adaptarse a las necesidades y requerimientos de sus destinatarios, ya sean individuos u organizaciones.
Ante todo, y con carácter prioritario, conviene aclarar previamente el significado de este concepto: ¿qué significa flexibilización?, ¿qué se entiende como formación flexible?
En principio, este proceso parece que debe ir asociado a la introducción de las tecnologías de la información y la comunicación en la formación, uno de los grandes retos de entidades formativas.
El término flexibilidad sugiere adaptación, adecuación, versatilidad, orientación a las necesidades de alguien o algo. El concepto nos induce a pensar en un modelo de organizativo que se centra sus actuaciones sobre las necesidades del alumno, priorizando éstas a las de los propios docentes e incluso sobre las instituciones de formación. En el modelo de formación flexible el eje vertebrador del sistema lo constituye las necesidades individuales de formación y las aspiraciones personales, articulando a su alrededor, de forma epicéntrica, todos los demás recursos, infraestructuras, organizaciones, etc. En el enfoque tradicionalista de la formación el docente viene asumiendo, básicamente, la función de transmisor de contenidos de la formación, mientras que el alumno tiene como única opción, la de inscribirse o no en el itinerario formativo propuesto, manteniendo un rol sustancialmente pasivo y expectante.
Al contrario, de acuerdo con el enfoque abierto y flexible es el alumno quien, con el apoyo del docente, decide el itinerario formativo más adecuado según sus necesidades y características personales, profesionales y familiares, su disponibilidad de tiempo y sus aspiraciones individuales. En este sistema, el docente, en cuanto transmisor de los contenidos de la formación tiende a desaparecer como tal, desarrollando el rol de “tutor”, y asumiendo funciones par ayudar al alumno en la identificación de sus necesidades específicas de formación, facilitarle los medios didácticos, orientarle, guiarle y apoyarle durante todo el itinerario formativo.
Desde el punto de vista metodológico, en la orientación de la formación hacia la flexibilidad, sería necesario adoptar enfoques y planteamientos que permitan:
Una adaptación a las diferentes fases de desarrollo de los usuarios (trabajadores y/o empresas).
Una adecuación a los niveles de compresión y a las capacidades de los alumnos
Una estructuración que posibilite conciliar las diferentes necesidades personales, familiares, sociales, horarios de trabajo ritmos de aprendizaje, etc.
Así, las experiencias de formación flexible, como consecuencia de su consideración como un proceso centrado en el discente, posibilitarían un proceso formativo más adaptado al alumno. En suma, la formación flexible posibilitaría:
Acomodarse a las formas en que los individuos aprenden (ritmo, estilos...)
Abrir distintas opciones y grados de control al alumno.
Organizar el proceso formativo entorno a materiales de aprendizaje centrados en el alumno.
Contribuir a que los alumnos participen en su propio aprendizaje, atribuyéndose un parte importante del mérito de su aprendizaje y desarrollando un sentimiento positivo sobre su consecución.
Ayudar a conservar destrezas humanas para cosas que necesitan realmente presencia y feedback interpersonales.
Superar la falta de hábitos o destrezas en el estudio, así como la falta de experiencia previa en el sistema educativo.
Para adaptarse a las necesidades de la sociedad actual, no sólo debe flexibilizarse la formación, sino que este proceso implica que también las entidades formativas deben adaptarse, desarrollando vías de integración de los recursos y medios dúctiles en los procesos de formación. Paralelamente es necesario aplicar una nueva concepción de los alumnos-usuarios, así como cambios de rol en los profesores, cambios administrativos en relación con los sistemas de comunicación y con el diseño o distribución de la enseñanza. Todo ello implica, a su vez, cambios en los cánones de enseñanza-aprendizaje hacia un modelo más flexible. Para entender estos procesos de cambio y sus efectos, así como las posibilidades que para los sistemas de enseñanza-aprendizaje conllevan las modificaciones y avances tecnológicos, conviene concebir este entramado como un verdadero proceso de innovación.
El futuro implicará una fuerte labor de flexibilización para la adaptación a la diversidad que presentan los individuos, tratando de posibilitar no solo la accesibilidad sino la adecuación a los requerimientos de los sujetos. A continuación detallamos algunas dificultades de acceso a la formación que, los procesos de formación flexible deberían reducir, e incluso eliminar:
a) Dificultades derivadas de la compatibilidad entre trabajo y formación
-imposibilidad de disfrutar de permisos durante la jornada laboral,
-incompatibilidad de horarios
-excesiva carga acumulada (trabajo-estudio).
-falta de tiempo
b) Dificultades relacionadas con las situaciones individuales en el proceso formativo:
-aspectos derivados de discapacidades (psíquicas y/o físicas)
-situaciones laborales inestables o provisionales
-disparidad de conocimientos previos en la composición de los grupos formativos (alumnos con niveles de conocimientos muy diferentes sobre la misma materia)
-dificultad de especialización por ausencia de estructuración y/o secuenciación.
-diferencias de estilos de aprendizaje.
-aspectos derivados de las diferencias de edad (especialmente en personas mayores)
-cargas familiares.
-desvinculación de los procesos formativos (personas que lleva años sin estudiar y por lo tanto han perdido el hábito y las destrezas para el estudio tradicional)
c) Dificultades relacionadas con los contextos formativos.
-concentraciones horarias (demasiadas horas de formación continuada).
-distancia geográfica de los centros de formación a los centros de trabajo o domicilio familiar.
-programas formativos con secuencia rígida (curricular y temporal), que es recibida al mismo ritmo por todos los participantes con independencia del nivel de conocimientos previo
De todo lo anterior puede deducirse que la sociedad demanda sistemas formativos más flexibles y accesible, menos costosos, y a los que puedan incorporarse los ciudadanos a lo largo de la vida. Para responder a estos desafíos todas las organizaciones e instituciones formativas debería iniciar un proceso de revisión de los referentes actuales, promoviendo y desarrollando experiencias innovadoras en el campo de los procesos de enseñanza-aprendizaje basados en contextos adaptables. Arriesgado sí, aunque necesario.
En este punto indicar que en estos momentos se detecta una apuesta por la utilización de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) como elemento para la flexibilización de la formación, a la vez que una fuerte demanda de sistemas de enseñanza-aprendizaje más flexibles y accesibles, menos costosos y a los que pueda incorporarse cualquier ciudadano a lo largo de la vida. Como indica el profesor Jesús Salinas, nos encontramos en unos momentos cruciales para el despegue de una amplia aplicación de las TICs en la enseñanza.
La incorporación de las nuevas tecnologías a los alumnos con necesidades formativas especiales debe ir acompañada de un estudio exhaustivo de las características, potencialidades y limitaciones de las mismas, contemplando también en su conjunto estos aspectos con relación a los usuarios. Desde esta perspectiva debemos considerar las dificultades que éstos pueden encontrar para acceder a la formación y/o a la comunicación, así como a los procesos de interacción social en situaciones presenciales y a través de las redes telemáticas, teniendo que en cuentas que éstas últimas implican nuevos requerimientos comunicativos.
Las redes de telecomunicación destacan por su carácter interactivo, accesible y flexible, favoreciendo con ello una formación individual y flexible, adaptada a las características de cada usuario. La comunicación y el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las redes de telecomunicación permiten, con las adaptaciones precisas ineludibles, la consecución de los aprendizajes y/o de las habilidades y destrezas cognitivas y sociales. Al poder acceder desde cualquier lugar o en cualquier momento, la comunicación se flexibiliza y se adapta a las necesidades del usuario, ya que será este el que regule su acceso a la red y el uso que haga de ella y podrá participar y controlar la información (bidireccionalidad).
En este contexto de innovaciones y cambio, las redes de comunicación adquieren una enorme importancia para el desarrollo de la formación debido al gran potencial que tienen tanto para desarrollar procesos de aprendizaje flexibles, abiertos, autónomos, como para crear nuevos entornos de aprendizaje. Surge la formación en red, un modelo de formación centrado en el alumno y en su proceso de aprendizaje; el alumno es el responsable de su proceso formativo, es el que elige su itinerario formativo y el que decide cuando y donde quiere aprender. Pero para ello es necesario crear propuestas formativas que cambien la tradición en la formación profesional continua que, hasta la actualidad está en las empresas.
Sin embargo, hay que volver a incidir en que el énfasis se debe poner en los procesos de docencia, en los cambios de estrategias didácticas y en los sistemas de comunicación y distribución de los materiales de aprendizaje, en lugar de enfatizar la visión instrumental de disponibilidad y potencialidad de las tecnologías.
Para finalizar un último comentario sobre el alcance de la flexibilidad: no será posible que las iniciativas alcancen los objetivos si se focalizan los esfuerzos sobre una única dirección. Dado que la flexibilidad debe implicar apertura y adaptación, el proceso de flexibilización debería contemplar entre otros, los siguientes aspectos:
Flexibilidad en los contenidos y formatos: adaptabilidad a las necesidades, establecimiento de itinerarios, pasarelas académicas, multilingüismo, etc.
Flexibilidad en las metodologías.
Flexibilidad de los destinatarios: diversidad de participantes, participación global sin exclusiones (combinación de trabajadores en activo, desempleados y en busca de su primer empleo), colectivos especiales, discapacitados, inmigrantes.
Flexibilidad en la gestión: simplificación de los trámites, gestiones, procedimientos y protocolos administrativos.
Flexibilidad en la certificación: reconocimiento de procesos formativos informales, vivenciales, basados en la experiencia, etc.
La formación no se puede flexibilizar de forma aislada. Las iniciativas individuales no hacen sino poner de manifiesto la rigidez de las estructuras existentes y la dificultad real de poner en marcha procesos flexibles de enseñanza-aprendizaje que tengan un alcance y reconocimiento real. Se requiere participación activa y motivación del profesorado, un fuerte compromiso institucional y sobre todo, innovación en los procesos de formación.
Parafraseando a la investigadora suiza Esther Dyson en su libro “Release 2.0”, uno de los talentos fundamentales es la creatividad y, conforme el mundo se vaya moviendo cada vez más rápido, las empresas e instituciones que se quieran considerar punteras no serán las que dispongan de las mejores tecnologías, sino aquellas en las que se dé un flujo constante de nuevas ideas y conocimientos.
El cambio continuo como única premisa estable. La adaptación al cambio como única respuesta posible. La flexibilización como la mejor herramienta posible.

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