¿UN TRACTORISTA LLEVANDO UN FERRARI? APORTA COMPETENCIA O NO LLEGAS NI A LA PRIMERA CURVA.




El título viene de resultas de un artículo de Eugenio Mallol, publicado en El Mundo y titulado ¿Un Ferrari en una pista forestal?.
El asunto va de comentar un debate sobre innovación en el Foro Empresarial de l´Horta Sud.
El articulista, apoyándose en las reivindicaciones empresariales de escasas infraestructuras, en nuestra Comunidad Valenciana, que permitan desarrollar la actividad puntera actualmente ligada a las TIC (el sector TIC, cada vez más trasversal a otros sectores), pese a que la Generalitat Valenciana regala suelo para establecerse desde hace cuatro años, emplaza al nuevo equipo de gobierno valenciano a arreglarlo, a arreglar "el patatal en materia industrial, herencia del PP". Sigue con los símiles afortunados y dice que "si queremos ver Rolls Royce al menos asfaltemos nuestras carreteras".
Ese patatal evidentemente no es apto para conducir Ferraris, ni siquiera Rolls Royce que se supone que son más altos y más duros.
El problema, a mi modo de ver, es que tampoco es que tengamos muchos Ferraris y Rolls Royce que pasear. Y lo más grave, conductores con mentalidad Ferrari/Rolls Royce para llevarlos.
El sector empresarial es el que hay y los empresarios, salvo honrosas y significadas excepciones, tienen más mentalidad de tractorista que de ferraristas, si acaso de mercedistas, inversión imprescindible, incluso sin grandes beneficios que lo permitan.
Dice en el debate la ponente de la CEV que "es necesario que los empresarios salgan del caparazón y colaboren". Es imprescindible, más que necesario, a mi modesto entender.
Un cambio de actitud de los empresarios. No de las cúpulas empresariales que están concienciadas, sino del empresario medio que
  • debería apostar, exigir y compensar por el conocimiento de sus trabajadores;
  • debería pensar que crear, mantener y desarrollar una "cantera" mediante la plantilla de su empresa, es beneficioso a medio y largo plazo;
  • debería colaborar activamente y aportar calidad a los procesos de prácticas no laborales que se realicen en su empresa;
  • debería poner en valor en su entorno y en sus nóminas la importancia de la cualificación de sus trabajadores a través de sus títulos y certificados de profesionalidad;
  • debería intentar subirse a la ola (sin caerse de ella) del avance tecnológico actual, que está ahí para quedarse y, cada vez más, transforma los sistemas sociales, empresariales, productivos, laborales, políticos, etc.
El debate que comento, según el artículo de Eugenio Mallol, tampoco se olvidó de darle caña a la Administración. 
Aparte de exigirle que "asfalte las carreteras" y "aporte mayor seguridad jurídica a la innovación", no son baladí dos comentarios que trascribo:
  • "lo difícil que es sentar a departamentos distintos de la propia Administración, que no comparten ni los lápices"
  • "la actitud de una parte del entorno universitario, cerrado a la colaboración con el tejido productivo, en su propio seno...".
No puedo opinar de la colaboración o no de los departamentos universitarios con las empresas, pero sí puedo decir, dar testimonio, de la actitud de la gran mayoría de los profesionales de la FP educativa y del empleo, colaborando en lo que pueda ser con empresas relacionadas con sus materias de impartición.
Hablo de los profesionales "a pié de alumno" porque cuando llegamos a las altas jerarquías de las dos Administraciones competentes en la FP, lamentablemente y desde siempre, salvo algún período concreto, se han dado situaciones de "no compartir ni los lápices".
Como hoy no es mi día humilde y me he permitido aconsejar a los empresarios ahora voy a seguir errando, permitiéndome la arrogancia de indicar algunas ideas que pienso podrían mejorar, a través de la FP para el Empleo (FPE), las competencias profesionales de los trabajadores ocupados y desempleados y, con ello, incrementar la competitividad de nuestras empresas y otras ventajas en nuestro entorno productivo.
Para ello, sin que el orden indique ningún tipo de prelación, se debería:
  • determinar mediante un estudio imparcial, solvente, riguroso y no sujeto a condicionamientos de mercados subvencionados cautivos las verdaderas necesidades del tejido productivo, incluidas las relativas a las competencias laborales y necesidades formativas;
  • implantar un sistema de evaluación de la calidad e impacto de los resultados obtenidos en la inserción laboral, para todas las acciones formativas (cursos), ágil, imparcial y objetivo que permita determinar, con las mínimas e inevitables demoras posibles, en qué sentido priorizar los recursos económicos y descartar actuaciones ineficaces;
  • innovar en la gestión de la FPE, no limitándose sólo a la gestión de unos programas a través de entidades subvencionadas y de una red de centros propios escasa e infrautilizada;
  • potenciar la red de centros propios, dotándolos de recursos humanos (docentes) competentes y debidamente motivados, así como autonomía de gestión y presupuestaria que les permita, con los horarios lectivos y equipamentos tecnológicos necesarios, ser un referente de calidad e impacto de su actividad, en el ámbito formativo y de inserción laboral;
  • intensificar en gran medida (dedicándole recursos económicos de aquellas acciones formativas que se consideraran ineficaces) procedimientos de evaluación y reconocimiento de competencia laboral (PEAC) para cualificar (competencia oficialmente reconocida) a tantos y tantos trabajadores, ocupados o desempleados, que siendo competentes en su trabajo (gracias a la experiencia y/o la formación no formal) no tienen reconocida su profesionalidad;
  • conseguir para los desempleados individualmente, una orientación profesional eficaz, personalizada, con el tiempo de atención del técnico que hiciera falta, consiguiendo asímismo la implicación activa del interesado, mediante programas y/o fórmulas tipo formación/empleo (ETCOTE), lanzaderas, etc.;
  • desarrollar más el modelo de formación dual, pero, por favor, si se le llama dual que se parezca al modelo alemán, con contrato de trabajo, implicación empresarial y actuación/seguimiento del centro formativo desde el primer momento;
  • combatir con tolerancia cero, como dice la Ley 30/2015 cualquier atisbo de fraude o falta de calidad en la impartición de las acciones formativas, sancionando a los infractores, primero administrativamente y luego penalmente si es el caso, para mejorar la imagen y evitar el desprestigio que pueda tener la FPE ante la opinión pública, por tantos casos de corrupción que, últimamente, han aflorado en la mayoría de Comunidades Autónomas;
  • facilitar el acceso de los trabajadores interesados a los cursos utilizando otros medios además de la captación de alumnos a través de las oficinas de empleo, como es el reclutamiento directo en los propios centros formativos, dispositivos de inscripción a través de internet, continuidad de un itinerario formativo, etc.;
  • reforzar la información de la oferta formativa existente proporcionando, con la antelación necesaria, los datos más exactos posibles sobre fechas, lugar de impartición, requisitos de acceso, etc., no dejando la actuación sólo en la web, sino seguir utilizando métodos clásicos como páginas de información institucional en medios escritos, cuñas de radio, folletos, etc.;
  • cuidar con especial atención la oferta formativa relacionada con las TIC, cada vez más trasversales a tantos sectores económicos, desarrollando formación certificada en colaboración con los principales fabricantes tecnológicos.
  • velar por que en los certificados de profesionalidad los requisitos exigidos de acceso de los alumnos, los equipamientos necesarios de las entidades y los perfiles de los docentes impartidores se cumplan, como condiciones previas a exigir luego que la calidad de la formación y su impacto sean los adecuados;
  • conseguir una oferta formativa lo más modular posible para proporcionar flexibilidad beneficiosa a los alumnos de los certificados de profesionalidad, pudiendo compaginar sus necesidades formativas con el calendario que más les convenga, en función de su situación laboral;
  • ver de conseguir captar como formadores tanto en centros propios como en entidades colaboradoras a aquellos más idóneos, procurando salvaguardar su nivel retributivo establecido por norma, así como sus expectativas de estabilidad laboral en la medida de lo posible.
Creo que es pronto, todavía, para exigirles resultados a los nuevos equipos del gobierno valenciano pero también  pienso que sus actuaciones hasta ahora son positivas, intentando desarrollar un nuevo modelo de políticas de empleo y formación.
Igualmente creo que es un importante refuerzo que en un tema tan crucial como la innovación (tan vinculada a la formación, o ésta a la otra) hayan designado a una persona como Andrés García Reche, que algo dirá, con toda la autoridad de su conocimiento, para lanzar políticas de desarrollo empresarial, habiendo impulsado en su día la creación del IMPIVA, los Institutos Tecnológicos y su Parque, el CEEI, el Instituto Turístico Valenciano y el IVEX.
Por si alguien ha sobrevivido a la lectura de semejante tocho que me ha salido y ha perdido el objetivo del texto, vuelvo al artículo original que en varios párrafos he comentado, con una nueva frase del articulista, igualmente digna de señalar: "... nuestra propensión a embarcarnos en grandes disquisiciones sobre modelos productivos y formas de liderazgo global sentados sobre la rama de un eucalipto". Gran verdad, pienso. Quizá fuera mejor pensar un poco menos y actuar más para que el eucalipto se transformara en un roble de poderosas ramas.
Ya para rematar a ese lector sobreviviente meto aquí las reflexiones que en 2010 hacía también en este blog como una carta a los Reyes Magos. Algunas cosas se han cumplido y otras no.
Ah! termino diciendo que tengo todo el respeto y recuerdo profesional por los tractoristas. ¡Por supuesto que un tractorista puede llevar un Ferrari! Lo único necesario, suponiendo que el bólido esté a mano, es la voluntad de querer y el poder adquirir las competencias para ello.

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